viernes, 21 de agosto de 2009

Primeras consideraciones (parte II)

El mayor número de pérdidas humanas sucederá sin dudas durante las primeras horas de la epidemia. El caos reinará, las fuerzas de seguridad perderán momentáneamente el control de la población, de los caminos y rutas, el número de infectados crecerá con la mayor velocidad, a causa de la desesperación, la desinformación y el pánico. Nuestro accionar durante estos momentos decisivos será el factor primordial que condicionará nuestras posibilidades de sobrevida. Una mala movida nos llevará a una muerte segura, una decisión correcta en el momento justo nos salvará la vida junto con la de los que confíen en nosotros.
A lo largo de estas notas iremos tratando todos los aspectos que deberemos considerar ante el inicio de la epidemia, cada uno de los detalles a los que tendremos que prestar especial atención para determinar qué movimientos efectuaremos para maximizar nuestras chances de salir con vida del episodio. En esta oportunidad trataré brevemente el que considero el más influyente de todos los aspectos a considerar: el tiempo estimado que durará la pandemia.
Para comenzar, la decisión más importante que se presenta es la de ponerse o no en movimiento. Pensemos por un momento en la siguiente situación. Usted está tranquilo en su casa, al tanto de todos los últimos informes, escopeta en mano,la puerta cerrada con llave, ningún hueco por el cual esas criaturas en descomposición puedan colarse en su vivienda. Bien, usted está a salvo momentáneamente. No hay razones para pensar que usted no pueda pasar una semana, o quizá dos, o incluso tres, encerrado en su casa. Revise su alacena: por más retrasada que esté su visita al súper, no creo que allí no cuente con provisiones para pasar al menos una semana, comiendo lo justo y necesario.
La estimación del tiempo que durará una epidemia de este tipo no es sencilla, claro, pero en determinados casos podría no ser tan complicada. Podría suceder que la mejor movida posible ante una invasión con una duración estimada de dos semanas sea, justamente, no hacer ninguna movida. Las características a considerar para estimar este tiempo serán tratadas en las notas siguientes, pero hagamos ahora un pequeño recuento de las medidas a tomar una vez que se ha decidido afrontar la epidemia en una casa o departamento corriente en una ciudad corriente. Veremos que muchas de ellas son similares a las que debieran tomarse en cualquier lugar en el que se decida atravesar este tiempo, pero en este caso en particular, todas las precauciones y peparaciones se deben efectuar con éxito en un período de tiempo muy corto antes de cerrar definitivamente los accesos a nuestra guarida.(Nuevas recomendaciones, incluyendo sus aportes, serán añadidas posteriormente.)

-Si vive en un edificio o rodeado de vecinos, existen varias posibilidades (intente advertir la correspondiente a su caso antes de abrir la puerta): están definitivamente muertos, están vivos, han huido espantados, o se han convertido en otros más de los desechos carnívoros que ganan las calles. Ya sea que hayan huido o estén definitivamente muertos (sin cabeza; en alguna otra nota analizaremos esto) aproveche para recolectar rápidamente todas las provisiones que pueda, sólidas y líquidas. Evite en lo posible alimentos que requieran cocinarse obligatoriamente para ser consumidos.
-Si sus vecinos viven, haga causa común con ellos en lo posible y convénzalos de encerrarse en sus casas. Si detecta que han perdido el control y han sucumbido al pánico, vuelva a encerrarse hasta que se hayan alejado. No hay mayor peligro que el de rodearse de personas que pueden meternos en problemas aún peores.
-Recolecte toda el agua que pueda en recipientes de todo tipo. No sería extraño que el suministro eléctrico falle de un momento a otro, y, con ello, la provisión de agua corriente. Recuerde que el tiempo que usted puede permanecer sin beber es mucho menor al que puede permanecer en ayuno. Durante su recolección de provisiones, si tiene tiempo, no olvide recoger velas, linternas, pilas, medicamentos y todo objeto que pueda necesitar en su aislamiento subsiguiente.
-Una vez que se ha hecho de provisiones, es momento de encerrarse. Cierre la puerta y tapíe las ventanas y toda entrada suceptible a ser atravesada por un zombie. No exagere con estos esfuerzos, el muerto-vivo promedio no posee la fuerza, la agilidad ni la inteligencia para superar grandes barreras (y si se tratara de un zombie con mayores capacidades, seguramente usted no debiera permanecer aislado en su casa; ya lo discutiremos); sólo debe temerse la presión realizada por un número grande de criaturas, pero esto no ocurrirá seguramente en un primer momento.
-Si cuenta con un balcón o techo que quede a la vista, utilice una sábana para colgar a la vista una señal que indique a las fuerzas del orden o de rescate que usted se encuentra a salvo adentro. No es díficil pensar que pueda ser rescatado incluso antes del tiempo esperado.
-Con respecto a los alimentos, sea criterioso y raciónelos de forma adecuada. Comience con aquellos que requieran cocción y refrigeración, ya que ambas cosas probablemente dejen de estar disponibles con facilidad en poco tiempo. Mantenga bien protegidas de suciedad e insectos sus reservas de líquidos. Más allá de que es importante no apresurar el consumo de la provisiones, no deje de alimentarse e hidratarse: usted necesita sus fuerzas, estar alerta y preparado en todo momento.
-Organice un sistema de turnos para hacer guardias y esté siempre bien descansado.
-Mantenga su televisor y una radio prendidas todo el tiempo posible, con el volumen al mínimo audible. Esté siempre al tanto de la información.
-Minimice los ruidos. Los zombies estarán pendientes de cualquier señal que los acerque al alimento.
-Analice la posibilidad de una segunda vía de salida del refugio. Al mismo tiempo, considere con calma un plan de acción en caso de tener que abandonarlo. Asegúrese de que todos los que lo acompañan estén al tanto del mismo y lo comprendan bien.
-Cada tanto intente comunicarse telefónicamente con los servicios de emergencia. Es de esperar que eventualmente éstos se reestablezcan y usted pueda dar indicaciones de su paradero. Conserve la batería de su teléfono celular.
-Por ningún motivo abandone el refugio a menos que sea indispensablemente necesario.